
La más antigua de la que se había encontrado evidencia era la que usaban los ceramistas en la antigua Mesopotamia por los años 3500 a.C. Ya se habían inventado desde agujas para coser, telas y canastas hasta flautas y botes. Los expertos explican esta tardanza señalando que en la naturaleza no hay ruedas. Resaltan que, teniendo en cuenta que la inspiración de la mayoría de los inventos era el mundo físico y que éste no proveía evidencia de que una rueda funcionaría bien, su creación es un ejemplo de la capacidad inventiva humana.
Además, el truco no era crear un cilindro que rodara, lo genial fue el concepto de la rueda con un eje. Efectivamente, fue sólo cuando ese cilindro o disco no fue fijado a un estabilizador, que pudo empezar a desarrollar su potencial.

Para que las ruedas pudieran rotar sin que la fricción lo impidiera, el hueco en el centro de ellas y los extremos del eje tenían que ser casi perfectamente redondos y lisos. Además el eje debía ajustarse bien, pues si quedaba muy flojo, las ruedas se tambaleaban. Si quedaba muy estrecho, no rodaban. El tamaño del eje tampoco podía ser muy grueso pues generaba mucha fricción, ni muy delgado, porque se partía.

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